¿Aprender un nuevo idioma? ¿Y por qué no?
¿Cuántas veces has decidido aprender un idioma y la ilusión se ha desvanecido unos días después? ¿Te has mentalizado o, incluso, llegaste a comprar un libro o descargar una aplicación tipo Babel para echarle un par de horas, pero al no haber avanzado “lo suficiente” tiraste la toalla, y tu afán se quedó en mera ilusión?
O simplemente ni eso, te quedaste sólo con esa maravillosa visión pero nunca pusiste las manos a obra.
Muchos creen que la incapacidad de hablar otros idiomas viene con el pasaporte y el negativismo inicial resta energía de primeras. Sin embargo, en academias hay cada vez más alumnos que llegan al nivel avanzado, e incluso, he conocido a varios españoles que hablaban diferentes lenguas como nativos.
Otros reclaman la predisposición. La falta de talento. ¿Pero francamente, de cuántos talentos dispone cada uno? Si fuera solo por eso, muchos no trabajaríamos o cocinaríamos, tocaríamos un instrumento, ni haríamos deporte.
Es más, todos ya hablamos mínimo la lengua materna, y por lo tanto, cualquier segundo idioma tiene que ser factible también.
En los últimos 15 años he dado clases a centenares de personas en distintos países y en todo este tiempo no he conocido a nadie quien no pudiera aprender otro idioma.

En primer lugar es necesario proponernos metas reales y definir cuánto es “lo suficiente”. Todos esos libros como “Aprende el inglés en 30 días” llaman la atención porque hacen creer que el aprendizaje de una lengua es sumamente rápido y simple, pero si verdaderamente se pudiera conseguir hablar un idioma en tan sólo 30 días, seríamos máquinas. Por otra parte, si se tratara de la primera toma de contacto con idioma, con una hora al mes, no podríamos aspirar a mucho. Sin embargo, ya con 15 minutos diarios se puede avanzar bastante.
En segundo lugar, hay que tener en cuenta lo siguiente:
Ningún ser humano es capaz de hablar al nacer, pero está genéticamente predispuesto a aprender cualquier idioma del mundo.
La adquisición lingüística no es repentina. Pasamos por varias fases y series de estímulos. Antes de empezar a emitir las primeras frases, estamos expuestos a situaciones en las cuales observamos y escuchamos el flujo del idioma. Un bebé emite sus primeros balbuceos mucho antes que las primeras palabras como “Mamá” o “Papá” rondando un año de edad. Las frases de tres palabras sobre los dos años y un niño habla con fluidez sobre los 5 años. Sin embargo, las estructuras gramaticales complejas se adquieren mucho más tarde, prácticamente en la época de la adolescencia y el vocabulario más sofisticado muchas veces en edad adulta.
Es decir, cualquier persona del mundo tarda mínimo unos 5 años para conseguir la fluidez (sin estructuras avanzadas) en el primer idioma y eso con la exposición constante a dicha lengua. Está claro que el proceso se prolonga debido a dos principales factores:
Los bebés en realidad tienen que “descodificar” la lengua materna de un flujo de sonidos continuo. Empiezan a acostumbrarse a los mismos, distinguir los patrones de entonación, las pausas para reconocer cuando empiezan o terminan las palabras y posteriormente detectar sus significados.

Además de eso, los bebés tienen que aprender todos los conceptos del mundo que les rodea, quiénes son ellos mismos, sus seres queridos, sus objetos, dónde viven, etc. Y en todo este proceso su idioma no puede superar su evolución cognitiva. Un niño de 2 años no puede saber que hay tigres en la selva si no se los hemos enseñado en un libro u otro sitio previamente.
Según la edad en la cual empezamos a aprender el segundo idioma, combatimos o no las limitaciones cognitivas. Un adulto normalmente domina ya todos los conceptos (salvo ciertos conocimientos culturales) pero entre otras dificultades suele tener limitaciones en cuanto a los estímulos y el tiempo de la exposición a la segunda lengua.
De hecho, si uno se mudase al país del habla sin dar clases propiamente dichas, tendría que pasar por la misma “descodificación” que los bebés con la diferencia de que tardaría mucho menos, en primer lugar, por sus conocimientos ya previamente adquiridos y en el segundo, gracias a los estímulos y exposición constante.
Ahora bien, si el idioma se pudiera aprender solamente en el país del habla, no habría mucha gente hablando otras lenguas y muchos individuos a nuestro alrededor confirman justo lo contrario.
Últimas palabras:
Hay varios factores que condicionan o facilitan el aprendizaje de otros idiomas y hoy hemos visto que una de las claves es la exposición. No obstante, para cualquier tipo de aprendizaje, el paso más IMPORTANTE es ponerse manos a obra.
¿Sigues dudando que lo puedas conseguir?
Entonces no te pierdas el siguiente artículo, en el cual revelaremos cuáles son los principales obstáculos y cómo superarlos.
Have a lovely week!
Mon